La Carolina Rediviva de Upsala

Biblioteca mítica


 ¿Puede uno enamorarse de un nombre y cargar sobre él todas las ensoñaciones de juventud? En mis tiempos salmantinos toda mi ilusión consistía en obtener un lectorado en Upsala, Suecia. Luego la  realidad y D. Fernando (Lázaro, por supuesto) se encargaron de concretarlo en la Universidad de Burdeos III. ¿A qué se debía aquella fantasía mía? Probablemente, en parte, a saber que en aquella ciudad ignota se erigía la Carolina Rediviva, la biblioteca universitaria de aquella ciudad. Sólo por aquel nombre me parecía que debía de merecer la pena soportar un invierno de noche cuasi eterna.



Un poco de historia: el edificio que he tenido ocasión de visitar a principios de junio se construyó entre 1820 y 1841.  Se trataba de sustituir la antigua Academia Carolina, que ardió en el incendio de 1702 y que era la más antigua y grande biblioteca sueca. El apelativo "carolino" se debía a los reyes Charles XI y XII, Carolus, en su nombre latino. Y el término "rediviva", o resucitada, a que era la vuelta a la vida de la antigua desaparecida en el incendio. La biblioteca tenía tanto pedigrí porque en sus orígines ya ocupaba el sitio del collegium vetus, el viejo colegio de la Universitas Regia Upsaliensis, fundada en 1477, la más antigua de los países nórdicos.


La entrada a la zona de atención a usuarios es de gran empaque y aunque el concepto de "biblioteca central" ha periclitado (existen diferentes ramas y cada antiguo seminario, hoy departamento, tiene su propia biblioteca), ésta sigue considerándose la de referencia,  a pesar de estar dedicada  exclusivamente  a Humanidades y Ciencias sociales.  



 Como vengo observando en mis visitas a centros bibliotecarios, aunque están dotadas de todos los adelantos de la tecnología, se siguen manteniendo los cajetines con las fichas del antiguo catálogo manual y en el tablón superior la explicación de las diversas secciones.




Integran sus fondos más de 200.000 volúmenes, de los cuales 8.000 son manuscritos y además mapas, colecciones musicales, grabados...Todo un mundo que en su mayor parte fue confiscado a los monasterios, como en tantos otros lugares de Europa. A ello se le añaden las donaciones efectuadas por familias de la nobleza sueca, la del rey incluida, y de manera importante, muchos de los tesoros que aquí se encierran, provienen de los saqueos posteriores a las campañas guerreras del s. XVIII, de la muy belicosa Suecia de entonces. 


Entre las joyas, que en la visita guiada tuve ocasión de ojear (todo son facilidades en las bibliotecas suecas, como ya dije en la entrada dedicada a la de Asplund), se encuentra el conocido como Cancionero de Upsala, que para cualquier filólogo, y más si es aficionado a la música, es algo casi mítico. La edición es de Venecia, del año 1556, y alberga en sus páginas algunas de las más bellas piezas del cancionero de palacio de la época de los Reyes Católicos, con algunas cancioncillas firmadas por Juan del Enzina.





 




























"Villancicos De diuersos Autores, a dos, y tres, y quatro, Y A CINCO BOCES AGORA NUEVAMENTE CORREGIDOS A Y MAS: ocho tomos de Canto llano, y ocho tomos de Canto de Organo para que puedan Aprovechar los que A cantar comencaren" .  Venetiis, Apud Hieronymun Scotum, MDLVI (sic; vid supra). Se incluyen pentagramas con la escritura musical de la época para acompañar las letras de los villancicos que, por supuesto nos hicieron escuchar en una espléndida grabación sonora.






Detrás de toda esta perfecta ordenación y cuidado de los ejemplares, se encuentra un extenso equipo de expertos bibliotecarios, documentalistas y técnicos que cotejan los originales con todo lo que se va subiendo a la red.  Por ejemplo, a la colección de manuscritos Waler se puede acceder desde http://waler.ub.uu.se . Parece que a Suecia los recortes en cultura no han llegado y que tienen claro que, como dice Daniel Pennac, "Si creen que la cultura es cara, prueben con la ignorancia".



Como se puede ver en las fotos, todo al alcance de la mano, enguantada, eso sí, para que puedan ser consultados con facilidad.  Y la otra joya de la Rediviva, ésta sí en caja fuerte, puesto que la del expositor no es más que una edición facsímil, es un volumen del que hablaba en mis clases de Historia del Libro, como uno de los más preciados existentes y que merece párrafo aparte.





El Codex Argenteus (Biblia de plata), una traducción del Nuevo Testamento, o más bien un evangeliarium, puesto que no los contiene al completo, del obispo Ulfila, llegó a Upsala desde Praga, en otro de los ejemplos de trofeo de guerra. Se trata de una traducción que este obispo arriano realizó del griego al godo en el siglo VI probablemente para el rey de los ostrogodos, Teodorico el Grande, en Rávena.  Está escrito con tinta de oro en las concordancias de los cuatro evangelistas, que se muestran con los cuatro arcos de la parte inferior de los folios, y el resto con tinta de plata (argentum, en latín) sobre un pergamino de gran calidad, con fondo teñido de púrpura con tintas vegetales y encuadrenado a la manera bizantina, con gran profusión de piedras preciosas. Desapreció durante casi mil años y volvió a aparecer en un monasterio cercano a essen en Alemania.Y desde allí a Upsala, donde se encuentra ahora bajo siete llaves.
















Las salas nobles de almacenamiento de la biblioteca no se visitan, a no ser que se solicite un permiso especial. Yo me quedé sin verlas por falta de tiempo (me esperaba la de Asplund en estocolmo). La foto que aquí dejo es de las cretive commons, para que os podáis hacer una idea de la importancia de la luz en países donde ésta escasea, sobre todo en invierno.




Las dos fotos subsiguientes permiten hacerse idea de que además de todo lo dicho hsa una exposición permanente que muestra elementos pertenecientes a la historia del libro nórdico, al tiempo que algunas obras en facsímil de entre las que la biblioteca atesora.





































Como este libro de horas tan bellamente iluminado con pan de oro para las letras capitales y hermosamente coloreado en la línea del estilo tardorrománico. O este otro ejmplar, esta vez cartográfico, con toda la inocencia y el desconocimiento de las todavía terrae incognitae o las denominaciones latinas de los territorios, marcadas por los romanos a pesar de quince siglos pasados.



   



































Y para acabar, dos ejemplos más, a cuál más enternecedor: el de la izquierda quiere ser la representación de lo que era la antigua ciudad de México, que los españoles encontraron a su llegada, casi completamente anegada ("Guadalajara en un llano, México en una laguna", dice la canción) y que fueron desecando progresivamente; o la ilutración de un documento escrito en griego, con la ubicación de los santuarios de la zona, tan hermosamente situados. Quiero pensar que la tecnología permitirá su ampliación para mejor visualizarlos, ya que las fotos tomadas con mi cámara son de alta resolución.










Si con todo lo anterior no he logrado despertar las ganas de conocer la Carolina Rediviva, el demérito es mío. Creo que mis ensoñaciones juveniles tenían su fundamento, aunque no estuvieran documentadas con la riqueza y variedad que la red permite obtener en la actualidad, y todo estuviera en mi imaginación desbordada ante lo lejano desconocido, que además llevaba semejante nombre. Espero que lo hayáis disfrutado. Desde aquí, gracias a Anders Fredholm, que posibilitó la visita guiada, con una organización tan cuidada para los viejos universitarios alicantinos.

José Manuel Mora

P.S. Lamento el descoloque fotográfico y no consigo mejorarlo. Queda pues así. Vale.


Comentarios

Unknown ha dicho que…
Magnifico!, enhorabuena José Manuel.